Hoy, luego de tres semanas un tanto complicadas con la
problemática nacional de la educación, volvemos a vernos con nuestros
compañeros preparados para una nueva clase de Drama. Eso sí, esta clase es
especial para mi en lo personal porque es mi turno de presentar a una persona
que signifique mucho para mí. Debíamos llevar cada uno la foto impresa y foto
digital para proyectarla en clases y hablar sobre el por qué esa persona
significa tanto para cada individuo del último grupo en presentación de este
semestre que esta finalizando.
Entonces, escogí a mi madre: Norma Carreño. Ella es una
mujer intachable, inteligente y absolutamente amorosa con y para sus hijos.
Ella vive por mí y por mi hermano, siempre interesada de nuestro acontecer en
la universidad o antes en el colegio. La mejor en Química y la mejor cuando se
trata de “regalonear” a tus hijos.
Pero me gustaría también hacerle un espacio a mi padre:
Isaac Morales. No lo elegí, pero eso no significa que no sienta un cariño
intenso hacia él. Gracias a ese hombre yo estoy vivo y gracias a ese hombre
pude tener una niñez llena de momentos hermosos viviendo en una fantasía total
en los mundos que le gustaba inventar conmigo y con mi hermano.
Estaba algo nervioso, algunas compañeras lloraban al
hablar sobre sus seres queridos y, de hecho pensé, que me tocaba lo mismo por
todo el tema de la nostalgia y catarsis que produce el hablar de mi mamá y que
todos me escuchen con respeto.
Para mi sorpresa, no fue así.
Cuando vi proyectada la imagen de la mujer que me concibió
no pude nada más que sentir alegría, ella sale riendo en la foto y muy
despeinada. Me produjo risa, como la risa que ella tiene siempre en su rostro a
pesar de estar mal, solo para no preocupar a sus hijos.
Ella sabe que haría lo que fuera por su bienestar, y si
ella sufre yo sufro con ella. Si ella camina yo camino.
No sé que más escribir, fue un hermoso momento. Siento que
mis compañeros cada vez me conocen más y que yo los conozco a ellos, recuerdo
el relato de cada uno y me convenzo cada vez más de que una persona es un mundo
completo, una realidad por sí sola que vive rozando tangentemente las
realidades de los individuos que lo rodean, intentando entenderlos y
decodificar cada pieza que construye al otro.
He aprendido a agarrar cariño a todos mis compañeros,
independiente de la forma en que me miran o las pocas palabras que hemos
intercambiado. Estoy seguro que somos cómplices porque nos conocemos a
profundidades estratosféricas, así nos comprendemos de verdad y somos capaces
de aceptar la historia y verdad de las personas.
Me siento muy
complacido por todo lo que mis compañeros han producido en mi vida durante
estos meses que llevamos en la facultad, son estos momentos en los que anhelo
que jamás terminemos de conocernos y querernos como hoy.
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