jueves, 25 de julio de 2013

Mi turno de Drama

Hoy, luego de tres semanas un tanto complicadas con la problemática nacional de la educación, volvemos a vernos con nuestros compañeros preparados para una nueva clase de Drama. Eso sí, esta clase es especial para mi en lo personal porque es mi turno de presentar a una persona que signifique mucho para mí. Debíamos llevar cada uno la foto impresa y foto digital para proyectarla en clases y hablar sobre el por qué esa persona significa tanto para cada individuo del último grupo en presentación de este semestre que esta finalizando.

Entonces, escogí a mi madre: Norma Carreño. Ella es una mujer intachable, inteligente y absolutamente amorosa con y para sus hijos. Ella vive por mí y por mi hermano, siempre interesada de nuestro acontecer en la universidad o antes en el colegio. La mejor en Química y la mejor cuando se trata de “regalonear” a tus hijos.
Pero me gustaría también hacerle un espacio a mi padre: Isaac Morales. No lo elegí, pero eso no significa que no sienta un cariño intenso hacia él. Gracias a ese hombre yo estoy vivo y gracias a ese hombre pude tener una niñez llena de momentos hermosos viviendo en una fantasía total en los mundos que le gustaba inventar conmigo y con mi hermano.

Estaba algo nervioso, algunas compañeras lloraban al hablar sobre sus seres queridos y, de hecho pensé, que me tocaba lo mismo por todo el tema de la nostalgia y catarsis que produce el hablar de mi mamá y que todos me escuchen con respeto.

Para mi sorpresa, no fue así.

Cuando vi proyectada la imagen de la mujer que me concibió no pude nada más que sentir alegría, ella sale riendo en la foto y muy despeinada. Me produjo risa, como la risa que ella tiene siempre en su rostro a pesar de estar mal, solo para no preocupar a sus hijos.
Ella sabe que haría lo que fuera por su bienestar, y si ella sufre yo sufro con ella. Si ella camina yo camino.

No sé que más escribir, fue un hermoso momento. Siento que mis compañeros cada vez me conocen más y que yo los conozco a ellos, recuerdo el relato de cada uno y me convenzo cada vez más de que una persona es un mundo completo, una realidad por sí sola que vive rozando tangentemente las realidades de los individuos que lo rodean, intentando entenderlos y decodificar cada pieza que construye al otro.

He aprendido a agarrar cariño a todos mis compañeros, independiente de la forma en que me miran o las pocas palabras que hemos intercambiado. Estoy seguro que somos cómplices porque nos conocemos a profundidades estratosféricas, así nos comprendemos de verdad y somos capaces de aceptar la historia y verdad de las personas.


 Me siento muy complacido por todo lo que mis compañeros han producido en mi vida durante estos meses que llevamos en la facultad, son estos momentos en los que anhelo que jamás terminemos de conocernos y querernos como hoy.


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