jueves, 28 de marzo de 2013

Primera clase, primer encuentro, nuevas experiencias


Primera clase, primer encuentro, nuevas experiencias:

Recuerdo que cuando me matriculé en Terapia Ocupacional en esta universidad siempre me pregunté en qué consistiría este ramo, con un nombre lo bastante largo como para imponer dudas en el más hábil pensador: Terapia Ocupacional y Estrategias de la Intervención. ¿Qué sería? ¿Consistiría en como podemos intervenir, como futuros terapeutas, en la vida de los usuarios? ¿Será divertido? ¿Me podrá ir bien?
Estas y muchas otras dudas rodeaban mi cabeza, ingenua como la de cualquier universitario en primer año.

Ahora, me llevé una grata sorpresa aquella primera clase, llevando mi distintivo creativo con el nombre Pablo escrito en él. Admito haber estado confundido ante tal comportamiento que esperaban de nosotros, ya que nos han enseñado y amoldado desde pequeños que debemos ser serios y mantener una actitud madura ante la vida.

Pero me sentí pleno cuando, al ingresar al auditorio Brígida Flores, vi que todos mis compañeros de carrera conversaban y reían como si se conocieran desde hacía años. Yo, sin darme cuenta, realizaba lo mismo. Me sentía relajado, tranquilo, en paz, como si los problemas existentes fuera del auditorio no existieran. Y pude concluir que aquella clase sería distinta a cualquier otra que había tenido… Y no me equivoqué en esta conclusión.

Pronto luego de sentarnos en nuestros puestos, la profesora se presentó junto con el profesor que nos tomaba fotos. Luego de esto tuvimos nuestro primer deber en el ramo: Dibujar un triángulo en una hoja y, con múltiples colores a elección, escribir en cada vértice nuestras tres cualidades personales que sentíamos que nos definían como persona. Fue lo bastante complicado como para tomarme más del tiempo que nos dieron los profesores. ¿Cómo definirme en tres palabras? Pregunta que jamás me había hecho y que es tan interesante pensarla como complicada decir su respuesta.

Las tres palabras que elegí fueron: Perseverante, suelo ser consistente en las actividades que realizo, cuesta verme dándome por vencido cuando observo que algo puedo hacer para poder enmendar las cosas o superar las metas que yo mismo me impongo. La segunda palabra era: Risueño, río con facilidad, muchas cosas me causan gracia y me gusta que otras personas se rían junto a mí. Creo, y tengo casi la absoluta certeza, que la risa es uno de los mejores remedios que existen en este universo y que es capaz de unir a las personas de una forma que va más allá de lo físico o de lo que podemos apreciar.
La tercera palabra era Diplomacia, en el sentido de que soy muy hábil y sagaz en el trato con la gente, me llevo bien en las relaciones y no me cuesta mantenerlas.



Luego de haber escrito las palabras, las presentamos con compañeros con los que no habíamos hablado, en parejas o tríos, luego fue en grupos más grandes. Luego de un rato había que crear un grito de nuestro grupo, el nuestro consistió en Bob Esponja. Fue un grato momento.

Que las clases sigan así de buenas.